En el campo de entrenamiento…
“Señor Boucher, tu pequeña diosa se fue hace tanto tiempo. ¿Sigues pensando en ella?”.
Francisco acababa de terminar de jugar baloncesto con algunos de sus amigos y su cuerpo aún estaba empapado en sudor. Estaba sentado en el banquillo bebiendo agua mientras aguantaba de frente las burlas de sus amigos. Luego les hizo un gesto con la mano y dijo: “Váyanse, dejen de burlarse de mí”.
Alguien se acercó al banquillo, se sentó a su lado, cogió la botella de agua que tenía junto a los pies y la destapó. “Has estado bastante distraído desde que tu pequeña diosa dejó el campo de entrenamiento. Tampoco has estado jugando muy bien con nosotros”.
Él tomó un sorbo y luego le preguntó débilmente: “¿Tu alma dejó el campo de entrenamiento junto con ella?”.
Francisco exhaló un suspiro. “¡Ni un c*lo! Ahora trato de ser serio para poder irme antes a casa”.
El hombre no se lo creía. “¿Cómo vas a seguir siendo un abusivo cuando regreses a casa? Tus padres seguirán vigil