El hombre hizo una pausa. "Tienes que tomarlo literalmente".
Hector llevó al hombre a casa y cuando regresó a su apartamento, eran alrededor de las 11:00 p.m.
Sentía el olor de esa mujer sobre él, lo que le repugnaba y lo hizo bañarse dos veces.
Regresó a su habitación, apagó las luces y se acostó. Las luces de neón de su ventana brillaban a través de las cortinas y se reflejaban en su techo.
Hector recostó su cabeza sobre su mano, miró al techo y se rio entre dientes al recordar algo.
Al día siguiente…
Cuando Lucy salió por su puerta y vio que las puertas del ascensor se cerraban, se apresuró. "¡Esperen!".
Al atravesar las puertas, vio a Hector y se detuvo al recordar lo sucedido el otro día. Era incómodo ignorarlo y hablarle.
Ella esbozó una sonrisa y se paró junto a él. "Qué casualidad”.
Él la miró. "Así es”.
Lucy lo miró de reojo. Llevaba una camisa blanca, sencilla e informal, lo que lo hacía verse relajado.
Cuando Lucy se acercó, percibió en su ropa el aroma de la made