Naomi se levantó sola, pero le dolía mucho el tobillo después de dar dos pasos.
Francisco se acercó y la agarró del brazo. "No hace falta que te fuerces si te duele".
Cuando estaba a punto de retirar el brazo, Francisco la tomó en sus brazos.
Naomi se sorprendió. "Tú—".
"Nunca conocí a una mujer tan tonta como tú". Él rechinó los dientes y se fue con ella en brazos.
El repentino giro de la trama hizo que Naomi se sintiera muy nerviosa, y no sabía dónde mirar. Lo único que podía hacer era permanecer en sus brazos obediente y silenciosamente, escuchando los latidos de su corazón a un ritmo anormal.
Los dos llegaron a un salón que estaba situado junto al salón de banquetes. Francisco la colocó sobre el sofá y frunció el ceño cuando vio que ella se estaba sujetando la palma de la mano. "Abre la mano".
Ella extendió la palma obedientemente y unas gotas de sangre salieron de la herida en su palma.
Francisco salió y le pidió a un camarero que le trajera un botiquín. Al cabo de un rato