El Rey del Fuego nunca se habría imaginado que su intento de ser astuto terminaría saliendo mal. Y mucho menos que Juan lo golpearía de
esa forma tan brutal.
Mientras se tocaba el ojo hinchado, el Rey del Fuego se levantó con la intención de ir a echar a Quirino.
De repente, Juan lo detuvo: —Espera, ¿dónde está mi hermana?
—Celeste está en la prueba de selección ahora mismo, — respondió el Rey del Fuego, inclinándose y con una sonrisa fingida.
—Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad? —preguntó Juan, esbozando una sonrisa astuta.
—Lo sé, — dijo apresurado el Rey del Fuego.
—Bien, entonces ve y asegúrate de que mi hermana esté siendo bien atendida.
Juan agitó la mano, dándole el permiso oportuno para marcharse. El Rey del Fuego, sintiéndose aliviado, se apresuró a dirigirse al lugar de la prueba.
Justo en ese momento, Tiberio entró en la sala: —Jefe, todos los nuevos reclutas ya están formados. ¿Deberíamos ir a verlos ahora mismo?
—No hay prisa alguna.
Juan alzó la vista hacia el sol ab