Capítulo 358
Ahora que su hermano Pierdrita estaba encargado de curarla, Marta no podía evitar sentirse inútil, como si fuera un estorbo incapaz siquiera de ayudar en lo más mínimo.

Conteniendo las lágrimas, Marta preguntó: —Pelayo, ¿dijiste que él se fue a Valle de los Eternos?

Pelayo afirmó y respondió: —Sí, el señor González mencionó antes de irse que buscaba una planta medicinal que, según parece, está en Valle de los Eternos.

Marta apretó por un instante los dientes, algo nerviosa, y luego, con vacilación, dijo: —Pelayo, ¿podría pedirte un favor?

Pelayo sonrió y respondió con amabilidad: —Marta, puedes pedir lo que desees. Si está en mis manos, no te lo negaré en lo absoluto.

—Quisiera pedirte que me ayudes a conseguir un coche... para llevarme a Valle de los Eternos— solicitó Marta, dudando en sus palabras por completo.

Pelayo se quedó en silencio por un momento. No es que no quisiera ayudar, pero le preocupaba que, si Marta enfrentaba algún tipo de peligro en el camino, no sabría cómo explic
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