Capítulo 251
En ese momento, Daniel y los demás estaban completamente atónitos, parados en el mismo lugar sin poder decir una sola palabra.

La sorpresa, el asombro, el terror y la incredulidad se reflejaban en sus rostros, manifestándose una tras otra.

—¿Un simple campesino?

—¿Cómo puede ser el dueño de Ensueño?

—¿Luis llamándolo señor?

Estas ideas se cruzaban fugaces en sus mentes, dejando sus cerebros en blanco, incapaces de procesar la situación.

Después de todo, estos tres conceptos no encajaban en lo absoluto. De hecho, el contraste era demasiado grande.

Si no lo hubieran visto con sus propios ojos, jamás lo habrían creído.

Los rostros de Onofre y su padre se tornaron pálidos.

Se dieron cuenta en ese momento de que habían ofendido a una verdadera figura poderosa, a alguien tan fuerte que incluso Luis, una persona tan importante, debía inclinarse con absoluto respeto ante él.

Y pensar que, antes de venir aquí, habían insultado a Juan una y otra vez,incluso lo habían humillado públicamente.

Ana
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