Frente a la sede del Grupo Yaphee.
—Señora, nuestra empresa no permite la entrada a personas no autorizadas. Por favor, comprenda— explicaban con respeto los guardias de seguridad.
Octavia, con las manos en las caderas y el rostro lleno de furia, exclamó: —¡Ustedes son solo son unos simples guardias de seguridad! ¿Cómo se atreven a no dejarme entrar?
—Para que lo sepan, conozco al subgerente David de su empresa.
—Cuando vea a David, les aseguro que los denunciaré y perderán por completo sus trabajos. ¡Serán despedidos!
Al escuchar esto, los rostros de los guardias cambiaron drásticamente.
El guardia principal, con mucho cuidado, preguntó: —¿De verdad conoce a David?
—¡Por supuesto, que sí!
Octavia, con una seductora y orgullosa sonrisa, respondió: —No solo eso, mi hija y mi hijo pronto serán la secretaria y el chofer del presidente de su empresa.
—Si se atreven a tratarme de esa manera, no los dejaré en paz.
Los guardias se asustaron y al instante cambiaron su actitud: —Señora, todo f