—Abuelo, todos los responsables de los Pérez que causaron tu muerte están aquí frente a ti. Ahora puedes descansar en paz.
—Pierdrita sabe muy que todavía hay otros escondidos en las sombras, pero no importa, algún día los encontraré absolutamente a todos y los enviaré al infierno para que se arrepientan ante ustedes.
Colocó las flores que había traído en la tumba, arreglándolas cuidadosamente antes de levantarse y marcharse.
En el hospital.
Marta despertó lentamente de su inconsciencia, y sus primeras palabras fueron: —Hermano Pierdrita.
Sin embargo, cuando observó detenidamente a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en una cama de hospital.
A su lado, Sofía, vestida con su uniforme de policía, la vigilaba con esmero: —Marta, ¿has despertado?
Viendo que Marta intentaba levantarse, Sofía de inmediato la ayudó: —No te muevas, el doctor dijo que te rompiste el brazo, probablemente en ese accidente de coche.
—Sofía, ¿cómo he llegado aquí? —Marta miraba ansiosa a su alrededor.
Sofía l