En las tribus también sucede lo mismo. Aquellas que no cuentan con guerreros poderosos suelen optar por rendir tributo a un protector de otra raza, esperando a cambio la seguridad del asentamiento. Sin embargo, el nivel de los protectores puede variar demasiado, desde los más fuertes hasta los más débiles.
—Juan, de verdad que te admiro. Tan joven y ya acompañando a los del clan a cazar —comentó Cándido, claramente convencido de que Juan era un joven realmente inexperto, tal como parecía. Para él, Juan debía ser uno de esos chicos que las tribus envían con los mayores para aprender y ganar experiencia en el mundo exterior.
Juan decidió seguirle el juego y respondió de inmediato:
—No queda de otra, Cándido. Nuestra tribu es muy pequeña, y apenas tenemos lo necesario para sobrevivir. La caza es algo indispensable para el día a día.
A lo largo de la conversación, de repente Juan descubrió que el hombre se llamaba Cándido.
Mientras hablaban animadamente, Juan también aprendió que, en este