En ese preciso momento, Juan levantó la mano y le propinó una fuerte bofetada a Kevin.
El golpe fue directo y certero.
Kevin salió expulsado hacia atrás, incrédulo por lo que acababa de suceder.
¿Cómo podía ser que, rodeado por decenas de hombres armados, Juan se atreviera a golpearlo en plena cara?
—¡Jonás, mátalo ahora mismo! —exclamó Kevin mientras se levantaba, cubriéndose el rostro con una mano, lleno de furia.
—Decidir si muere o no, y cuándo, es algo que solo yo determino, —respondió Jonás, ignorando por completo el berrinche de Kevin. Se acercó con lentitud a Juan, mirándolo fijamente. —Mi hijo, Ciro, ¿fue a quien mataste?
—¿Y si así fue? —contestó Juan con tranquilidad.
—¿Por qué lo mataste? ¿Fue por esta mujer? ¡Era mi único hijo! —La voz de Jonás temblaba de rabia y dolor mientras intentaba obtener alguna respuesta.
—Porque lo merecía, —respondió Juan, con un tono tan seguro que dejó a todos los presentes sin palabras.
Decirle a un hombre que su hijo merecía morir, y hacerlo