Juan, al ver que el anciano no solo se apropiaba de su piedra, sino que además pretendía —enseñarle una lección—, perplejo no pudo contener su ira.
—¿Crees que por ser mayor no me atrevería a golpearte? —dijo con una frialdad que helaba por completo el aire.
Al instante, se lanzó contra el anciano con un golpe directo. Su puño impactó con tal fuerza que el viejo fue empujado varios pasos hacia atrás, incapaz de resistir el ataque.
Con un movimiento rápido y decidido, Juan alargó con fuerza la mano y recuperó el jade de alta calidad que el hombre había guardado en su cintura.
—Viejo descarado, si intentas algo más, no me culpes por quitarte la vida —añadió furioso, su voz cargada de advertencia, al notar que el anciano intentaba levantarse de nuevo.
En ese momento, Kevin, que había permanecido en silencio hasta ahora, intervino:
—¿Sabes siquiera quién está frente a ti? Déjame decírtelo: no solo es una figura prominente en esta calle de apuestas, sino que en todo el mundo de antigüedades