23. No sé qué haría sin ti
—Sí, he decidido aceptar el trabajo. Estoy aquí para empezar como tu asistente —confirmó Noah—. ¿Todavía soy recibido?
Ale se emocionó al escucharlo y sin pensarlo se lanzó a los brazos de Noah, para regalarle un abrazo rápido. Noah se sorprendió, pero la recibió con gusto y su olor invadió sus fosas nasales.
—¡Estoy tan feliz de escuchar eso, Noah! Sé que tomaste la decisión correcta —dijo, soltándolo y volviendo a sonreír ampliamente, disimulando la vergüenza por su arrebato—. Vamos, te mostraré tu nuevo espacio y empezaremos con lo que necesitas saber para tu primer día.
—Debería avisarle al señor Paul —comentó y ella le dio la razón con un asentimiento.
—Yo me encargo, no es necesario que vayas a su oficina —le pidió y le señaló una de las sillas, para que tomara asiento, mientras ella llamaba a su hermano.
La conversación entre los hermanos Rogers se prolongó por algunos minutos, en los que hablaron sobre el contrato nuevo que debían hacer con Noah, la búsqueda de un nuevo emplea