Damián.Los latidos de mi corazón ensordecen mis sentidos, mi garganta está seca, no me da tregua ni siquiera para pasar un poco de saliva. Mis ojos pican, arden, mi estómago se contraé dejándome la sensación de tener en el un enorme vacío.No escucho, ni siquiera puedo mirar con claridad a la gente que camina, corre, gritan y lloran por el área de emergencias. Mi cuerpo actúa por inercia, soy yo y al mismo tiempo no lo soy.Hansel camina a unos pasos de mí, sus pasos son rápidos, casi está corriendo y yo lo sigo de la misma forma con tres guardias a mis espaldas.Amelie lo llamó, solicito su presencia y no dude en seguirlo, los guardias aprovecharon mi inmutismo y se subieron a mi auto, totalmente decididos a pasar por sobre mí sí les pedía que se bajaran. Pero no estaba para perder tiempo, y heme aquí, con ellos pisandome los talones.Estoy aturdido, mis oídos suban y no tengo idea de qué es lo que está pasando, «¡Las mataste!» su acusación no para de dar vueltas por mi cabeza, y la
Damián Webster.Nadie dice nada, Amelie no hace más que llorar y Hansel no se despega de ella un solo segundo. Me quedo en mi lugar, mirando con atención a la mujer con bata blanca que lucha para no hacer contacto visual conmigo, mientras en mi cabeza los sentidos permanecen aturdidos.¿Prepararse para lo peor? ¡No! ¡Primero la mato a ella!La mujer sin más y con los ojos fijos en el suelo susurra un débil «lo siento» antes de emprender marcha al tiempo que hago ademán de seguirla para exigirle que me lleve al lugar dónde la tienen. Pero sin verlo venir, termino con las palmas de las manos de Hansel en mi pecho, echándome hacia atrás con fuerza.La mujer se escabulle sin darse cuenta de lo que pasa trás ella y se pierde por la misma puerta que restrigen el paso de los visitantes.Las emociones colisionan fusionándose en una sola; ira. Una rabia inconmensurable que se centra en el maldito hijo de perra frente a mí.Con rabia abofeteo sus brazos para quitar sus manos de mi pecho, y lueg
Damián Webster.—Estoy enseñándole a leer ¿Sabes?— le digo en un susurro mientras peino las puntas de su cabello con el peine que traje hace días.— Dice que Noah está aprendiendo y que ella quiere ganarle...— guardo silencio y detengo el movimiento de mis manos, poniendo toda mi atención en ella.Mis ojos se humedecen y bajo la vista a su mano dudando un segundo antes de tomarla y traerla a mis labios para dejar un cuidadoso beso en ella. La siento frágil, se mira frágil. Su piel está muchísimo más pálida de lo normal, las medias lunas bajo sus ojos se escurencen aún más con el pasar de los días.Han pasado dos semanas desde el accidente y aún la manguera del respirador artificial está conectada a su boca, impidiendole poder cerrarla. No se mueve, no se queja, no ejerce ni el más mínimo movimiento que indique que en realidad está aquí, o por lo menos que está mejorando.Simplemente se mantiene acostada como sí fuera un mueble más de la maldita habitación de hospital. Durante el día la
Junio 31Mía.Abro la libreta y sin mucho cuidado paso las páginas hasta llegar a la última dónde hay un montón de números desde el diez hasta el treinta y uno. Es un calendario de los días que mami ha estado fuera de casa, la tutora me ayudó a hacerlo después de decirle que mi abuelita y mamá se habían ido a Los Ángeles sin despedirse.Mami siempre va, allá trabaja con la señora Lucía y es la modelo más linda de todas, pero nunca se ha tardado tanto en regresar y la extraño mucho porqué desde que se fué ni siquiera responde su celular cuando trato de llamarle. La abuelita Carmen tampoco me llama y es un poco extraño que se haya ido con mamá, pues siempre que mami se marchaba ella se quedaba para cuidarnos a Noah y a mí hasta que la tía Lie regresaba e iba por Noah a casa.Pero ahora ni si quiera Noah va a casa.Papá dice que la abuelita quiso acompañar a mamá para que no se sintiera sola ya que este posiblemente sería el viaje más largo de todos, y como él estaba conmigo yo no la nec
Junio, 31Damián.Miro la hora en mi reloj; diez y treinta AM, la primera reunión de la mañana se ha llevado más de dos horas de mi tiempo, y encima no hemos concluido ni el ochenta porciento de la junta.Tecleo en mi laptop enviándole las propuestas a los nueve socios que me acompañan en la larga mesa de reuniones. La mayoría son hombres entrados en edad que hablan con la misma seriedad con la que yo escucho lo que de todas formas no voy a aceptar. Recuesto la espalda de la silla, con los ojos puestos en el viejo que habla intentando agregar cambios que no me interesan al proyecto, mientras los demás revisan lo que les acabo de enviar.El anciano corta sus palabras abruptamente cuando la puerta de la sala de juntas se abre y mi secretaria aparece por ella con un teléfono en la mano y carpetas en la otra. La reprimo con la mirada por lo que acaba de hacer y su cara de preocupación cambia a una de espanto.—Disculpe... Disculpe señor.— habla hacia a mí con la voz agitada, al tiempo que
Julio, 01Damián.La hora rebasa la una treinta de la madrugada, en algún momento de la noche me quedé dormido con varias botellas de alcohol a mi alrededor. Estoy ebrio, las luces, autos, edificios y personas distorsionadas me lo indican. Pero aún así no detengo el auto que se sale de su carril un par de veces, hasta que llego a la clínica y estaciono el primer espacio vacío que encuentro.Camino intentando quitar las arrugas de la camisa al tiempo que trato también de meterla por dentro del pantalón. Mi cabeza duele y la garganta y emociones encontradas aclaman por más alcohol, pero ya no más. Ahora debo entrar y cuidar de Ámbar para que despierte y regresarla con mi hija antes de que el odio que me tiene se acrecente más, antes de que empeore y enfoque su rabia en mí como yo lo hice con mi padre.Ámbar dijo que no era como yo, eso quiere decir que con ella nunca hizo lo que conmigo hoy, es por ello que la voy a despertar, le diré que vuelva porque Mía la necesita muchísimo más que
Julio, 08Damián.El ascensor suena, las puertas se abren y el salón principal del apartamento me recibe, no está a oscuras como normalmente lo estaba siempre que llegaba hasta hace una semana. Afuera el cielo está oscuro y la tormenta parece hacerse más fuerte cada segundo.Las gotas gruesas chocan contra la pared de cristal del otro lado del salón, pero por el cristal grueso, al impactar contra él las gotas no emiten ningún sonido, o por lo menos de este lado del cristal no se puede escuchar nada.El lugar está alumbrado, pero el silencio es tan denso que desde acá puedo escuchar el pitido que produce la máquina que monitorea el corazón de Ámbar.Me quito la chaqueta y la dejo sobre una mesa antes de emprender mi camino a la siguiente sala de estar. Me aflojó la corbata con una mano y con la otra me quito el cabello que ha crecido hasta caerme sobre las cejas, debo cortarlo.Meto la corbata en el bolsillo de mi pantalón y suelto los primero cuatro botones de la camisa azul oscuro qu
Agosto, 03Hansel.El celular suena indicando la llegada de un mensaje, sin dejar de ajustar las cordones de los zapatos de mi hijo, leo el mensaje que se refleja en la pantalla de bloqueo del teléfono que yace a un lado de Noah en la cama.—Ya está.— digo terminando mi labor para luego levantarlo por debajo de los hombros y dejarlo en el piso.—Estoy más guapo que tú.— alardea con una risa que correspondo mientra cojo el teléfono para responderle a Amelie.—Yo estoy más linda que todos.— interviene Mía deteniéndose a su lado.—Las princesas siempre son más hermosas que los príncipes.— concuerdo y ensancha su sonrisa antes venir a mis brazos.—Pero de todos los príncipes yo soy el mejor.— recalca mi hijo y sonrío ladeando la cabeza.—Concuerdo.— digo divertido y él sonríe.—¡Yo también!— secunda la pequeña rubia en mis brazos.—Con gusto seguiría está importante conversación con la realeza, pero sí no nos marchamos ahora, nuestra dulce Lie se convertirá en la dragona de Shrek.— hablo