Mayo, 20La luz blanca incrustada en el techo del mismo color da de lleno en mi rostro. Mi corazón bombea con rapidez, pero no me inmuto, desde hace dos días ese es su ritmo normal. Los nervios y el miedo diario, se han vuelto parte de mí.Desde esa noche hace dos días, cuando tuve que pedirle a Tris que se regresara solo a la ciudad, y luego tuve que subirme en compañía de Amelie al auto de Damián, casi no he podido sacarmelo de encima. En lo absoluto le importa lo que quiero, como me siento o simplemente el hecho de que ahora repudio su cercanía, en que ahora lo ansió lejos de la misma forma en la que antes lo ansiaba cerca.El apartamento desde estonces pasó de ser el hogar dónde hace tan solo tres días atrás vivían solo una pareja y su hija, y hora Amelie había decidido quedarse a hacerme compañía junto a Noah, pues Damián no daba su brazo a torcer y por más que lo rechazaba, despreciaba e ignoraba, siempre estaba allí, nunca se iba.Ahora mirarlo, saberlo cerca sólo me provocaba
Mayo 23Hacía mucho tiempo que no venía aquí. Han pasado muchos años desde el día que salí del orfanato y decidí que este sería el primer lugar al que debía ir, también ese día decidí no volver a venir jamás.Y es que dolía como sí un millón de cuchillos atravesara cada centímetro de mi piel sin ningún tipo de contemplación. Fué realmente tortuoso pararme frente a las tumbas frías de mi familia. Aún puedo sentir el ardor en mi pecho aquella mañana cuando tan solo tenía dieciocho años.Era el mismo ardor que ahora estoy sintiendo, a diferencia que ahora también la culpa me anulaba todos los sentidos.Bajo mis pies, algunas ramas secas crugen al recibir mi peso. El cementerio está desolado, justo como aquel día en el que únicamente Camerón me acompañaba. Las nubes grises, cargadas de agua que en cualquier momento mojarían todo debajo de ellas, contrastan perfectamente con el sentimiento melancólico, culpable y triste que se mantiene en mi pecho.Estar en este lugar y a pesar de que no e
Damián Webster.Finalmente. Finalmente y de una puta vez me liberé de todas las trabas legales. Richards de una vez por todas se dió cuenta que alargar el maldito juicio me estaba haciendo perder la paciencia.No podía evitar sentirme aliviado, este era un inconveniente menos y ahora podía enfocarme únicamente en todos los problemas que tenía con mi familia... Con mi maldita esposa.He desistido, lo he hecho porque simplemente no quiero empeorar las cosas. No quiero tener que arrepentirme un día por lo que con mis manos pueda hacerle. Nunca había querido pegarle, nunca jamás en la vida ese pensamiento surco mi mente y el hecho de que hace unos días casi lo hago, me descolocó.Entendí entonces que realmente estaba mal, que ya no podía ni siquiera lidiar conmigo mismo. Las pastillas que a diario tomo, en estos días parecen no tener ningún efecto, y con el pasar de las horas, creo empeorar. Ya ni siquiera sé estar tranquilo, volví a la época en la que cualquier ruido me hacía estallar, e
Lo perdonó. Lo perdonó.Pensé que luego de lo que vió ya no querría ni siquiera mirarlo. Pensé que se llenaría de miedo. Pero no, tan sólo bastó consolarla y pedirle disculpas para que lo perdonara.Ese simple acto me hace ver cuánto he ignorado el amor que le tiene a su padre. La conozco perfectamente, se el significado de cada una de sus muecas, puedo simplemente adivinar lo que piensa, lo que siente con solo mirarla, y sé que ver a su padre golpear a Tristán no le gustó ni un poco, que la asustó, descolocó e incluso puede que también sintiera decepción al mirarlo en un estado en el que ella jamás lo había visto.Pero lo ama tanto que no concilia la idea de estar enojada con él. Siente necesitarlo tanto, que por más que crea y este segura de que Damián se haya equivocado, no puede o no quiere enojarse, rechazarlo o simplemente ignorarlo.No lo perdonó simplemente porque él le haya pedido disculpas, ni siquiera porqué Noah haya intervenido. Lo hizo porque quiso, apesar de ser una niñ
Damián Webster.—¡Lo quiero muerto!— grito una vez más para ver sí de esta manera logra entender lo que tanto me ha estado impidiendo hacer.— ¡Ya! ¡No después, no mañana! ¡Ahora mismo quiero ver a ese infeliz arrodillado ante mí pidiendo piedad mientras le desgarro la piel!.Niega. No se inmuta ni un poco ante mis gritos autoritarios, iracundos y demandantes. Está parado del otro lado del escritorio, camina de un lado a otro mientras niega con la cabeza, mientras intenta convencerme de que debo desistir de la idea.¡Pero no más! Ya estoy cansado de esperar, de quedarme como un maldito idiota viendo como terminan de arrebatarme a mi familia. Desde que llegamos y nos aseguramos que los niños estuvieran entretenidos en el jardín con dos de las empleadas a su cuidado, hemos estado discutiendo este tema.¡Y ya no había porqué retrasar lo que durante meses he estado conteniendome por hacer! ¡Pero él seguía tratando de convencerme para seguir retrasando todo!—No.— dice tejante, plantandose
Mayo, 25Las arcadas estremecen mi cuerpo somnoliento y a la rapidez de la luz me levanto de la cama quintado todas las cobijas que me cubren. El frío mármol bajo mis pies es totalmente ignorado por mi cerebro, cuando en lo único que se concentra es en no vaciar mi estómago vacío en el piso.Al llegar al baño voy directo al retrete, levanto la tapa y tan pronto como quito mi mano de mis labios y abro la boca, el vómito sale a borbotones. El líquido accido quema mi garganta provocando que la sensación sea cada vez peor.Pierdo la cuenta de las arcadas al contar la tercera, y toda mi atención se centra en el jodido dolor que se instala en mis sienes. Una vez que mi estómago ya no puede devolver nada más, dejo caer mi trasero sobre el piso, mientras los latidos de mi corazón vuelven a su ritmo normal e intento que el dolor en mi cabeza también se vaya.Pero esto último no sucede, mi cabeza parece querer reventar de un momento a otro. Cuando finalmente me siento más descansada, me levanto
No responde.Me mira y nuevamente los segundos de silencio se expanden entre nosotros. Él parado del otro lado del salón con una postura descuidada, como sí lo que acabo de preguntar no le hiciera ni el más mínimo cosquilleo en las emociones.Sus ojos no se separan de los míos y en cierto momento frunce el ceño y luego lo relaja. Ladea la cabeza a su derecha y observa por un segundo a las chicas que ya no saben ni dónde esconder la cabeza por la incomodidad que de seguro han de estar sintiendo por presencial la escena.Sus ojos se vuelven a mí, me analiza con cuidado y finalmente enarca una ceja.—Creo que sabes perfectamente como fué.— dice sin ninguna emoción, con una neutralidad tan impecable que los vellos del cuerpo se me erizan. La rabia se acentúa y sólo puedo pensar en lanzarme sobre él y clavarle en el pecho un puñal, herirlo tantas veces en el mismo sitio, para que mínimamente sea consciente del dolor que me causa.— Tú estuviste allí.Me recuerda al tiempo que un millón de i
Junio, 10Salgo del edificio con el corazón palpitando en mis oídos a causa de los nervios que no me han dejado pegar un solo ojo en toda la noche. Los guardias vestidos pulcramente con trajes negros me observan sin ningún disimulo, creyendo quizás que he metido a Mía en la diminuta bolsa dónde traigo mis cosas.Han pasado dos semanas y un día desde aquella discusión, desde la última vez que nos dirigimos la palabra. En todos estos días, las cosas seguían marchando igual; guardias custodiando el edificio a toda hora, moviéndose a cada lugar al que mi hija iba, Carmen mirándome como sí fuera la peor criminal del mundo, Mía compartiendo su cercanía con su padre y conmigo, bajo la misma regla que hace semanas el rubio interpuso.Aunque en definitiva algunos puntos de estas reglas habían cambiados. Para ser más exactos; él había bajado la guardia, metafórica y literalmente. Me había visto tan callada y quieta en las últimas semanas que quizás creyó que había desistido de la idea de irme.