Abril, 17
El Jet aterrizó en Seattle justo diez horas después que despegó en Moscú. En este momento eran las siete treinta de la mañana y nuestro auto estaba estacionando frente a mi edificio. Miro la entrada del lugar repleta de gente entrando y saliendo sin fijarse en nada más que no sean ellos y sus cosas.
Está era una de las horas más movidas del edificio, pues todos estaban apurados por llegar a sus respectivos trabajos a tiempo. Dejo de mirar por la ventanilla polarizada del auto que un hombre en la pista, nos entrego, y giro la cabeza a mi izquierda para ver a Damián.
—Ponte la capucha de la sudadera.— estaba un poco molesto porqué lo obligué a usar una sudadera que no combinaba ni con el color de su pantalón de vestir.
—No sé que pretendes con esto, sí igual...
—Parece que no entiendes la gravedad del asunto.— interrumpo un poco molesta, él abre la boca para decir algo pero vuelvo a hablar antes de qué lo haga él.—No, no digas nada. Ponte la puta capucha y baja mantén la cabez