Abril, 13—¿Y por qué tú no vienes con nosotros?— vuelve a preguntar. Le sonrío y luego pongo mi vista en los cordones de sus zapatitos.—Es que estoy un poco cansada, amor— repito la misma mentira que le he dicho desde que empecé a vestirla.La semana se había pasado volando, entre peleas, burlas, insultos, uno que otro golpe y millones de muecas de desagrado dirigidas mutuamente, Damián y yo habíamos logrado convivir y sobrevivir el uno del otro está semana. Tenía planeado irme mañana por la noche pero Damián aún no sabía eso, y estaba esperando el último momento para decirle.Ni siquiera habíamos tenido una conversación que no fuera entre burlas, doble sentido, o unas bien directas invitaciones a su habitación. ¿Quién lo entendía? Ya no sabía sí me odiaba, le desagradaba, o me deseaba, o bueno, a fin de cuentas era él, de seguro sentía todo eso por mí al mismo tiempo.—Bueno, le diré a papá que también tomé una fotografía de los gorilas para tí.— río levemente y asiento.—Esta bien
Después de mi encuentro con los guardias los nervios me atacaron con más fuerzas, sabía perfectamente que ellos le dirían a Damián apenas llegara qué yo había liberado a sus prisioneros. Me puse en estado de alerta, apenas entré a la casa no mi moví del recibidor, y quizás transcurrieron dos o tres horas cuándo finalmente escuché la verja abrirse y posteriormente el sonido del motor de un auto.De la nada me quedé parada en medio del recibidor, abrir los ojos de par en par antes de reaccionar y salir corriendo a una de las ventanas, muy apenas corrí la cortina hasta que por una muy pequeña ranura pude ver a Damián salir del vehículo, abrir la puerta trasera y posteriormente sacar en sus brazos a una adormilada y aparentemente muy cansada Mía.Cuando volvió a cerrar la puerta del auto y se encaminó al interior de la casa con la niña en los brazos, los mismos dos guardias se le acercaron y entre susurros empezaron a hablarle. No espere a que se acercara más, tan pronto como esos hijos d
Abril, 14No había vuelto a dirigirle la palabra, después de lo sucedido con Violet, me fuí a mi habitación y ni idea de lo que hizo él después. Hoy en la mañana desayunamos los tres juntos, pero en la mesa la única que habló fué Mía, quién ni si quiera se dió cuenta del ambiente pesado que había entre su padre y yo.Casi no lo ví después de eso, y la verdad era que no quería hacerlo, sentía una enorme ira hacia él.Suelto un suspiro y salgo de la casa, son quizás las nueve o diez de la noche, hace un par de horas que él y nuestra hija se fueron a dormir. Yo también intenté descansar pero estuve alrededor de dos horas moviendome de un lado a otro sin poder concebir el sueño, es por ello que decidí salir por aire fresco y ahora estoy llegando a la piscina.Me acerco a una de las tumbona y tomo una toalla perfectamente doblada sobre ella, extiendo la toalla en el piso, muy cerca de la orilla de la piscina y ahí me siento, con las piernas cruzadas y la vista fija en el agua quieta.Los s
Abril, 15Despierto sobresaltada por un pequeño y lejano ruido, Damián está sobre mí y a penas se mueve por el movimiento brusco que hice al despertar. Con el ceño fruncido miro la habitación en la que nos encontramos y luego a él con la cara hundida en mis pechos. Hace mucho que no lo sentía así, ya hasta había olvidado como se sentía dormir con su cuerpo encima del mío.Extrañaba tanto estó, pese a que dormir con él era un verdadero tormento, extrañaba sentirlo subirse y bajarse de mí, extrañaba sus patadas, sus abrazos y su inquietud a la hora de dormir. Por inercia y costumbre una de mis manos va direccto a su cabeza y empieza a acariciar, mientras mis ojos buscan el pequeño reloj digital en la mesita de noche de la habitación de invitados.Las dos de la mañana, sólo una hora he dormido. Suelto un suspiro al mismo tiempo qué otro ruido llega a mis oídos, frunzo el ceño y automáticamente los movimientos de mi mano en la cabeza del rubio cesan, me pongo alerta y por unos segundos de
Abril, 16Damián Webster.Finalmente llegue a Rusia después de dieciocho horas de vuelo. La hora está sobre la media noche, ellas han debido llegar hace tres o cuatro horas quizás. Fijo mi vista en la ventanilla del auto y por ella puedo ver como nos detenemos en uno de mis edificios.—Dimas ha de estar esperándolo en recepción, señor.— me dice en ruso, Josep desde el asiento del piloto.—Muy bien, Josep.— le respondo en su idioma.El hombre de entre cuarenta o cincuenta años quizás, asiente y salgo del auto. Ajusto mi gabardina, hacía bastante que no estaba en un lugar con temperatura tan baja, hacía bastante que no venía a Rusia. Repaso con mi vista el lugar, este es uno de mis edificios favoritos en esta ciudad, está situado en el centro de Moscú, y a pesar de que son casi la una de la mañana, puedo ver establecimientos abiertos y personas habitando las calles y el edificio como sí fuera las tres de la tarde.Sin más, meto las manos en los bolsillos de mi gabardina negra y empiezo
Abril, 16Son las seis de la mañana, mis ojos aún pesaban y es que no había dormido más de dos horas y medias quizás, pero esto era importante. Salgo de la habitación y cierro la puerta sin hacer mucho ruido, las paredes grises del pasillo me reciben y dudo unos segundos sí ir a las habitaciones del fondo o buscarlo en una de las de abajo.¡Carajo, no debí correrlo ni ser tan antipática con él! ¡Y también debí ver a que habitación se iría!Mi debate mental cesa cuando lo veo aparecer por el pasillo, al parecer venía de la cocina, pues trae en sus manos una copa de helado, seis de la mañana y en lugar de estar desayunando está comiendo helado. Hago una mueca, pero no digo nada, fijo mi vista en él y lo veo aproximarse con aires de supremacía y elegancia aún cuando viene vestido sólo con un boxer negro, el cabello desordenado y la pequeña cuchara de helado dentro de su boca.Sinceramente hay momentos en los que se me hace inevitable no verlo como un niño, un niño malcriado, jodidamente
Abril, 17El Jet aterrizó en Seattle justo diez horas después que despegó en Moscú. En este momento eran las siete treinta de la mañana y nuestro auto estaba estacionando frente a mi edificio. Miro la entrada del lugar repleta de gente entrando y saliendo sin fijarse en nada más que no sean ellos y sus cosas.Está era una de las horas más movidas del edificio, pues todos estaban apurados por llegar a sus respectivos trabajos a tiempo. Dejo de mirar por la ventanilla polarizada del auto que un hombre en la pista, nos entrego, y giro la cabeza a mi izquierda para ver a Damián.—Ponte la capucha de la sudadera.— estaba un poco molesto porqué lo obligué a usar una sudadera que no combinaba ni con el color de su pantalón de vestir.—No sé que pretendes con esto, sí igual...—Parece que no entiendes la gravedad del asunto.— interrumpo un poco molesta, él abre la boca para decir algo pero vuelvo a hablar antes de qué lo haga él.—No, no digas nada. Ponte la puta capucha y baja mantén la cabez
—¿Pero que carajos crees que estás haciendo?— vuelve a preguntar Hansel, algo alterado. Damián pone los ojos en blanco con fastidio por milésima vez y recuesta su espalda del espaldar del sofá en el que está sentado.— ¿Te has vuelto loco, amigo mío?— me paro al lado de Hansel y desde mi lugar y con los brazos cruzados, también lo miro con reproche.Hansel, Amelie y Noah habían llegado a casa hace unos diez minutos. Noah y Mía estaban jugando en la habitación de ella, mientras nosotros discutíamos acá en la sala de estar. Y es qué tal y como le dije; que se viniera a Seattle era una gran estupidez, y él lo sabía perfectamente, es por ello que no se molestó en decirle a su amigo de toda la vida lo que planeaba hacer.Personalmente pensé qué Damián ya le había dicho a Hansel que se vendría a la ciudad con nosotras, pensé también que sí estaba tan relajado con su aparición después de cuatro años de estar “muerto” era única y exclusivamente porqué ya junto a Hansel habían planeado algo par