Camila sintió un nudo en la garganta al escuchar la voz de tristeza de Richard, solo pudo decir:
—¡Lo siento tanto! ¿Cómo está tu esposa?
— Ella está delicada de salud, pero ahora sólo quisiera que tú estés acá; ¡me siento tan sólo mi amor!— exclamó él.
— Sabes que eso no puede ser Richard, tengo un hogar, además estamos a muchos kilómetros para poder ir y consolarte— dijo ella.
— ¡Tienes razón, soy un idiota que tiene la peor suerte en ésta vida!— exclamó con tristeza.
—¡No hables así por favor! ¡Debe ser terrible perder a un hijo! De verdad que siento mucho lo que estás viviendo Richard— dijo Camila solidaria.
— ¿Tú aún me amas mi amor? — preguntó él de repente.
— ¡Richard por favor! ¿Qué pregunta es esa? Soy una mujer casada, vea descansar, mañana hablamos— dijo ella.
—Camila, tú sabes que eres mía y que Gordon solo te está ayudando, ¡dime que me amas por favor!— suplicó Richard.
— Voy a cerrar la llamada y pensaré que estás aturdido por la muerte de tu bebé— dijo ella— ¡Ad