Oyendo voces

Al llegar a la casa hogar, sin siquiera avisar de mi prolongada visita, mi madre fue la única que me recibió, un poco sorprendida de tenerme allí en febrero.

Todo lo contrario a mis hermanos, que gritaron encantados.

Me abrazaron y escucharon fascinados sobre quedarme allí unos meses sin motivo aparente, no les vino a mal la noticia, así que salieron corriendo a jugar tras pedirles un tiempo a solas con mi madre.

Luego de dejar mis cosas en mi cuarto, me senté en uno de los sillones de la sala de estar, en la cual mi madre se mantenía en silencio, tejiendo lo que parecía otra bufanda, a la espera de que fuera yo quien contara lo corrido por mi propia voluntad y ella no tuviera que interrogarme.

Me observó por unos segundos, casi sin poderse creer que su hija mayor estaba de regreso, podía ver en sus ojos que se hacía miles de ideas erradas sobre mi retorno, pero sin podérselo ocultar más tiempo, rompí a llorar, diciéndole con cierta torpeza todo lo que había ocurrido desde que nos h
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