Mi verdadera Luna
Mi verdadera Luna
Por: RZ
Capítulo 1

No soporta a esa gente y sus marcas misteriosas. ¿Qué significan? ¿Son parte de algún culto infernal? ¿Acaso ignoran que los demonios son solo un mito? La ciencia ya demostró que no existen, hace mucho tiempo. 

Qué absurdo.

Solo le generan más trabajo y lo detesta. Beltaine sabe que la asignaron a esta investigación por su pequeño desafío a su superior, cuando éste abusaba de su poder y era machista. Como mujer, tuvo que luchar más duro que nadie, donde otros derramaban lágrimas, ella derramaba sangre y que aún así, su superior fuera un desgraciado, fue el colmo.

Ahora, como parte de las fuerzas especiales, se dedicaba a cazar idiotas que se marcaban el cuello con un símbolo y hacían ritos satánicos, en vez de estar en misiones de espionaje o en la acción real que era su pasión.

Impulsa sus piernas a correr más rápido cuando ve al miembro del culto satánico alejarse cada vez más. ¿Qué demonios? ¿Tiene baterías? Hace rato que Beltaine lo está siguiendo y no parece cansarse, sino todo lo contrario, parece aumentar la velocidad con cada calle que atraviesa.

—¡Detente o dispararé!

Su amenaza fue despreciada cuando el hombre se rió con desdén.

—¡Ustedes los que tienen el poder no ven lo que pasa frente a sus narices!

Eso la hizo casi caerse de sus propios pies. ¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso?

—¡No estoy bromeando, voy a…!

La voz de Beltaine se cortó cuando el sujeto giró en una esquina y entró en una fábrica oscura y abandonada.

La pelirroja respiró hondo y alzó la vista al cielo nocturno, salpicado de estrellas.

—No me pongas esa cara, ¿vale?—frunció el ceño, molesta y agotada—. Voy a volver a casa y te haré una cena deliciosa.

El viento sopló, llevando consigo un aroma a limón. El perfume de su esposo. Él la apoyaba.

Sin más dilación, entró en la fábrica oscura. Sus brazos estaban listos mientras sujetaba su arma con destreza.

—Si te rindes voy a pelear por ti para que te den menos tiempo de cárcel…

Silencio.

—Puedo incluso asegurarte prisión domiciliaria…—avanzó entre las cajas apiladas y las estanterías de metal rotas. ¿Dónde se esconde el maldito?—. Puedes ver a tu familia sin problemas…

El pequeño sonido de desprecio que hizo el hombre la hizo voltearse hacia una esquina. Si fuera una persona común, no habría escuchado ese suspiro leve. Pero ella tiene años y años de experiencia, años de entrenamiento duro, puede percibir sonidos y olores sutiles mejor que nadie.

Está harta de este caso de satanismo. Esta será su última vez…

La respiración del hombre oculto se volvió un poco más audible, así que Beltaine se movió con más sigilo. Lo va a capturar e ir a casa con su esposo. Él ya la estará esperando.

—¡Te pillé!—Beltaine saltó y agarró al hombre escondido detrás de un contenedor pestilente de restos de gasoil, lo sujetó del cuello con una mano, mientras tenía en la otra mano su arma—. Nos vamos ya. Estoy agotada.

El hombre se resistió y gruñó como un animal, pero no hizo ningún movimiento peligroso. Beltaine no estaba bromeando cuando dijo que estaba agotada y su mirada probablemente lo demostraba. No dudaría en dispararle en el maldito muslo si se ponía pesado o en la cabeza, dependiendo de qué tantos nervios le saque.

La pelirroja frunció el ceño al ver el extraño símbolo en el cuello del hombre.

—¿Qué es esa marca en el cuello? ¿Cómo se la hacen? Ningún tatuador sabe hacer esos trazos…

El hombre soltó una carcajada histérica que le erizó la piel a Beltaine.

—Tú eres una bonita pelirroja. Ellos te desearían. Si tan solo te detuvieras a mirar a tu alrededor…

No alcanzó a oír lo que el hombre decía porque un fuerte golpe en la nuca la hizo caer y perder el sentido.

Ese maldito tenía un cómplice…

(...)

Ella abrió los ojos con dificultad, aturdida por el olor a quemado que invadía sus sentidos. El humo le irritaba los ojos y la garganta, haciéndola toser con fuerza.

Estaba en la misma fábrica abandonada donde había seguido al misterioso hombre con el tatuaje en el cuello. Alguien le había golpeado por detrás y la había dejado inconsciente.

Se llevó la mano a la nuca y sintió la sangre pegajosa. Maldijo entre dientes, esos bastardos no se habían conformado con noquearla, sino que habían prendido fuego al lugar. Hijos de su madre.

Ahora estaba encerrada en un infierno de fuego y humo, sin saber si alguien vendría a rescatarla. Buscó su radio, pero se dio cuenta de que se la habían quitado. Cuando volvió la cabeza se dio cuenta con una mueca de sorpresa, que esos hijos de puta tenían toda la fábrica llena de pintura negra y blanca, pintados con esos símbolos de satanismo. ¿Usaban ese lugar como un punto de encuentro? ¿Qué hacían ahí? 

Comenzando con la tos, se dio cuenta de que esos dibujos son los mismos que las personas locas tenían en el cuerpo. ¿Era todo parte de su ritual? El aire de repente se volvió más denso.

—No, no es momento de preocuparme por esto, necesito aire. Salir de aquí. Tendré que buscar como llamar refuerzos al salir…l

Buscó una salida con los ojos, pero todas las puertas y ventanas estaban bloqueadas por escombros o llamas. Se desesperó y gritó por ayuda, esperando una respuesta. Pero solo escuchó el crujir de la madera y el chisporrotear del plástico.

El mareo la invadía, el humo y el calor la adormecían, la tentaban a cerrar los ojos y olvidar el dolor…

¡No! ¡Tenía que resistir! ¡Su mejor amigo la estaría esperando! ¡Bastián se sentiría culpable si ella moría!

—¡Tengo que atrapar a los malos!

Con ese pensamiento, se arrastró fuera del charco rojo que la rodeaba, buscando una salida. Gritó cuando una viga ardiente le cayó sobre la pierna. Sintió un alivio repentino en todo su cuerpo.

Oh sí, la dulce y cruel inconsciencia que la acogía como una vieja amiga.

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