DOUGLAS WARD
—¿Qué hay que conversar? Nuestros padres dijeron que vamos a casarnos, no veo nada de malo en eso y tú tampoco deberías oponerte. —dijo ella, cruzando los brazos y mirándome fijamente.
—Mira, Rebecca, te respeto mucho, pero voy a ser honesto contigo. No puedo casarme contigo de ninguna manera. —dije, y ella se burló.
—¿No puedes casarte conmigo o no quieres casarte conmigo?
—Cualquiera que elijas está bien, siempre y cuando entiendas que no podemos estar juntos.
—¿Qué estás intentando decir, Douglas? Haríamos una pareja perfecta. ¿Por qué no puedes verlo? ¿Por qué estás impidiendo que tengamos esto tan hermoso que podría florecer entre nosotros?
Porque ya tengo algo hermoso sucediendo con alguien que no eres tú, pensé, pero no lo dije en voz alta.
—Pero eso no es lo que quiero. No vas a ser feliz si nos casamos. Yo tampoco voy a ser feliz.
—¿Por qué no me dejas decidir a mí qué me haría feliz o no?
—No funciona así, Rebecca. Es mi vida, busca una manera de ser feliz sola