DOUGLAS WARD
—Buenos días, señor. —me saludaron mis empleados en cuanto entré al edificio y, en respuesta, solo asentí discretamente con la cabeza mientras caminaba hacia el ascensor.
No pude evitar sentir que algo no estaba completo y sabía que tenía todo que ver con el hecho de que tampoco vería el rostro de mi hermosa secretaria hoy.
Apreté el botón de mi piso mientras esperaba pacientemente a que llegara. Tenía las manos en los bolsillos mientras golpeaba el suelo con el pie impacientemente.
Cuando la puerta del ascensor finalmente se abrió y salí, me quedé impactado al ver quién estaba de pie frente a mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, confundido, al ver a Aurora frente a mí.
—No pareces muy feliz de verme. —respondió, bajando la mirada con ojos tristes.
Rápidamente corrí hacia ella y tomé sus manos.
—No, no es eso. Lo estás entendiendo mal. —Digo rápidamente, al verla hacer un puchero. Quería besar esos labios, pero me recordé a mí mismo que necesitaba reprenderla.
—Enton