Capítulo 1.

Amelia Blackston baja del avión mirando hacia todos lados, la emoción que siente la abruma sin embargo trata de tomar control de la euforia ya que debe guardar la compostura ante el reto que tiene enfrente. Sus hermosos ojos café se abren como un par de platos ante la belleza que observa a su alrededor. El aeropuerto internacional de Heraklion en la isla de Creta le da la bienvenida en todo su esplendor, el rostro de la chica se ilumina por segunda vez al divisar el auto que se encuentra parqueado en la entrada con el logotipo de la empresa y el que supone la está esperando para llevarla al hotel.

< ¡Hola Creta, serás mi hogar este año! >

—  ¿Srta. Blackstone? – mira hacia el lugar de donde viene la voz.

—  Sí buenas, soy yo – levanta la mano para saludar al hombre trajeado con gorra.

Observa la puerta abierta y el hombre le indica ingresar al vehículo. Aborda. Se extasía con la belleza de la isla y fantasea con conocerla toda en un solo fin de semana aunque no sabe su horario aún.

¡No sabe nada de la empresa en la que laborará!

El chofer se detiene en un edificio con fachada antigua que semeja barro -o por lo menos es lo que ella percibe-, el hombre sale del vehículo para abrir la puerta y que ella salga. La espera una mujer elegantemente vestida y un chico con uniforme, Amelia sonríe y ellos le devuelven una tenue sonrisa de cabeza gacha.

 —  ¡Buenas tardes Srta. Blackston! – saluda la mujer —. Es un placer tenerla aquí, soy su anfitriona en el programa de intercambio estudiantil y espero que sea de su completo agrado – concluye cortésmente y Amelia le sonríe agradecida —  ¡Venga conmigo por favor!

La mujer camina delante de ella hacia la recepción, le entrega una tarjeta, una bolsa de deporte con enceres personales y un itinerario en una hoja de papel plastificado.

—  Tengo entendido que compartiré habitación con alguien más ¿Cierto? – la mujer asiente.

—  Así es Srta. Amelia, pero si desea una habitación individual solo debe dejar la petición en el buzón y se le concederá – la chica abre unos ojos como platos —, así como tiene el derecho de solicitar un departamento tipo estudio solo para usted que subsidiará la empresa – ella niega.

—  ¡Oh no, no es necesario, gracias! – atropella las palabras, abrumada completamente por la atención.

—  Muy bien, es solo para que lo sepa – explica cuidadosamente la mujer — por ahora me retiro para que se instale, el Sr. Bastián la espera en el comedor en una hora.

—  ¿A mí?

—  A todos…

Ingresa a la habitación y sonríe recordando sus días en la universidad. En efecto tiene una compañera la cual no se encuentra y que al parecer ya tiene un poco más de tiempo en el lugar, sin embargo no pierde tiempo en desempacar ya que no es asidua a llegar tarde a ninguna cita. Por lo que se ducha y arregla para bajar luciendo un atuendo fresco con el que su cuerpo se delinea y su hermosa cabellera cobriza se ve radiante.

[***]

El comedor se encuentra abarrotado de personal entre los que puede ver un pequeño grupo de chicos que deben tener su edad y entonces se dirige hacia ellos descubriendo que son de nacionalidades diferentes tal como lo es ella.

El bullicio no atormenta, por el contrario suaviza el estrés del momento rompiendo por completo el hielo, Amelia como buena conversadora se presenta. Su raza latina la hace resaltar entre todas las personas que se encuentran a su alrededor y la elocuencia con la que habla parece no gustarle a muchos, pero ella no se amedrenta y solo pide al cielo que su compañera no sea la chica rubia con mala cara que tiene de frente en la mesa.

—  ¡Buenas tardes y bienvenidos todos! – se hace silencio absoluto en la sala.

La voz que se escucha es tan atronadora y a la vez tan sedosa y sensual que las chicas a su alrededor suspiran por lo bajo. Amelia se encuentra sentada de espaldas al interlocutor y no puede verlo, pero siente su presencia como todos los demás. Demandante, posesivo.

—  Sr. Bastián, gracias por la oportunidad – expresa la rubia casi en trance.

El hombre no responde, en el momento que Amelia gira la mitad de su cuerpo para observarlo él levanta la cabeza y sus miradas conectan. El estremecimiento en su cuerpo fue tan agreste que sus rodillas golpearon las patas de la mesa debajo, su garganta se secó y la respiración de pronto se le aceleró al divisar la belleza de aquel hombre que le dedicaba la mirada más intensa que nunca había experimentado.

Pero duró muy poco…

Bastián Christopoulos, endurece la expresión y se transforma en el empresario que dirige un emporio de la Construcción.

—  En este momento lo que necesito a mi lado es un grupo de élite, el que trabajará conmigo todo el año luego de las pruebas – su tono demandante y poco amable molesta a Amelia —, tenemos un nuevo lote de pasantes que nos acompañarán, en el folio que se les ha entregado se encuentran las competencias a seguir para que cada grupo consiga clasificar. Comenzamos este lunes.

La explicación es corta concisa y contundente, sugiriendo que no existe margen de error en sus propuestas. En el momento que Amelia ojea su folio se percata de que verá una clase con el hombre que va a ser su jefe. Sus manos sudan, pero se dice a si misma que es una persona valiente tan solo con el hecho de hallarse en esta ciudad y haber obtenido la beca de una empresa tan importante como esta, tiene que serlo.

Sirven la cena y todos degustan las exquisiteces mediterráneas, pero Amelia no se concentra ya que siente la mirada penetrante de alguien en la espalda. Termina. Se dirige con su plato hasta el lavadero para limpiarlo y apilarlo con los demás.

—  Srta. Amelia – gira para mirar a la mujer que la recibió —, el Sr. Christopoulos solicita su presencia – abre y cierra la boca no obstante su nerviosismo aflora.

—  ¿Yo? Eh, claro ¿Dónde lo ubico? – la mujer la dirige hacia una especie de sala contigua —.  Buenas… 

—  Siéntese Amelia por favor, no tengo toda la noche para esperar por usted – ordena y ella asiente aunque ni siquiera la mira.

No le pasa desapercibida su media sonrisa, pero aunque le parece un hombre atractivo no le agrada el trato que tiene hacia los demás mortales.

—  Creo que es descortés de su parte ni siquiera saludar – expone.

—  Créame que no es ni la cuarta parte de lo descortés que puedo ser, Amelia – saborea su nombre como un pervertido mojando sus labios.

—  Entonces en ese caso ya pasaría de descortés a desagradable – Bastián suelta una risita irónica.

< Ni siquiera estás cerca, preciosa >. Piensa con una emoción que no sentía desde hace mucho.

—  Necesito que me responda unas preguntas – dice con un tono casi inaudible.

—  Ya me preguntaba ¿qué hacía en este lugar? – él gira para mirarla y a ella le tiemblan las rodillas más se rehúsa a ser amedrentada —  ¿usted dirá?

—  Necesito saber si está en alguna relación – ella lo mira con asombro.

—  ¿Eso qué relación tiene con mi estancia aquí? – reclama —. Mi vida personal no es relevante.

—  Claro que lo es, la necesito para que esté a mi lado en todo momento – la chica abre y cierra la boca sin saber que decir.

—  Defina en todo momento – Bastián levanta una ceja con hastío.

—  En todo momento sin definición Amelia, pero si así lo desea le especifico: - le informa — deseo que esté a mi disposición cuando la necesite.

—  ¿Seré su asistente?

—  No exactamente – Amelia arruga las cejas —, la necesito para que sea mi amante…

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