71. CAPITALIA
Capitalia era una ciudad moderna llena de rascacielos de vidrio y acero que brillaban bajo el sol. Los autos zumbaban a través de las amplias autopistas mientras la gente caminaba apresurada por las aceras. Pero más allá del centro de la ciudad, escondido entre los árboles y la maleza, se encontraba otro Capitalia. Un Capitalia de mansiones antiguas y deterioradas, rodeadas por jardines descuidados y rejas oxidadas.
Detrás de esas puertas y ventanas tapiadas se escondían historias olvidadas. Los ecos de fiestas glamorosas y bailes de máscaras aún parecían resonar a través de los pasillos vacíos. Retratos de rostros sin nombre miraban desde las paredes, sus ojos siguiendo a los extraños que se aventuraban en sus dominios.
Más allá de las mansiones, el bosque crecía espeso y salvaje. Los senderos serpenteaban entre los árboles, perdiéndose en la maleza. Capitalia era una ciudad de contrastes, modernidad versus decadencia, luz versus oscuridad.
Entre los relucientes rascacielos se