30. PORTATE BIEN
Mía le contó al Sr. López que la niñera había llevado al niño y que ella lo había dejado bajo el escritorio de Sofía sabiendo que estaba en una reunión y pensando que allí nadie lo descubriría. Sofía sintió una gran impotencia al ver que Mía estaba dispuesta a mentir descaradamente, aunque no entendía por qué decía que el niño era suyo.
Intentó tomar a Javier, que ahora lloraba aferrado a su madre e incluso extendió los brazos hacia el jefe.
—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó el Sr. López, tomando al niño de los brazos de Sofía que se calmó—. ¿Es usted realmente la tía del niño, Mía? No parece que lo conozca.
—Sí, señor, soy su tía. Lo siento mucho, en verdad no nos conocemos mucho. No quería causar problemas, pero necesito este trabajo para cuidar de mi sobrino. Sé que las políticas de la empresa desaconsejan tener hijos, pero sucedió, señor. Mi hermana tuvo un accidente y me dejó a su cuidado —seguía mintiendo Mía con una naturalidad que dejó pasmada a Sofía. — Comprenderá que