216. EL INTERROGATORIO
Luego miró a ambos hombres que se mantenían midiéndose con la vista listos para ir uno contra el otro. Fenicio decidió aprovechar eso para tratar de saber más.
—Vamos a tratar de dilucidar su problema, estoy cansado y debo ir a cuidar de mis jefes para perder el tiempo con su riña. Y como sé que ahora mismo no me dirán lo que pregunté, empecemos de nuevo —dijo soltando todo su aire—. Si entendí bien, por lo que dijeron, ¿usted estuvo hasta hace poco retenido en la mansión de este otro? —preguntó dirigiéndose al primer Javier—. ¿Entonces quién era el vendedor de flores que se estacionaba desde hace años en la esquina de la empresa? Y, ¿quién de los dos trabajaba para la empresa contraria?
Fenicio miró fijamente al primer Javier, esperando una respuesta clara y concisa que pudiera arrojar luz sobre la confusión reinante.
—Es cierto que estuve retenido en la mansión de mi hermano durante muchos años —respondió el primer Javier—. Sin embargo, durante ese tiempo, Yavier era el que vigi