17. ¿OTRO ERROR?
Sofía le sonrió cálidamente, transmitiéndole su apoyo incondicional. Y con disimulo subió la mano de su jefe que estaba un poco más abajo de su cintura, en lo que se acomodaba sus espejuelos nerviosamente.
―Estoy aquí para apoyarlo, señor López. Quiero que sepa que puede contar conmigo en todo momento —afirmó nerviosamente.
Al fin llegaron a la mesa, el club estaba abarrotado de personas que bailaban, bebían y fumaban, haciendo que apenas se pudiera distinguir. Sofía se sentó entre los dos, notando que Fenicio no podía dejar de observarla extrañamente, como si le recordara a alguien. Fenicio aparte de eso, notaba también lo temerosa que estaba de que el señor López, quien bebía una copa tras otra, perdiera el control y ella no pudiera hacer nada al respecto y le sonreía infundiéndole valor.
Aunque ella veía que Fenicio, también bebía al mismo ritmo que su jefe, lo que aumentaba la preocupación de la pobre Sofía, que solo bebía pequeños sorbos de un cóctel enorme de frutas que el