—¿Tu preparaste esto? —preguntó Antonella mirando la comida sobre la mesa.
—Así es.
—¿Y es seguro comerlo? Porque el hospital más cercano debe estar al menos a una hora de distancia y no es mi intención morir tan joven.
Leo soltó una carcajada.
—Prometo que nada te pasara —dijo separando la silla para ella antes de irse a sentarse en su lugar.
—No creí que fueras del tipo que cocina.
—¿Y de qué tipo pensaste que era? —Leo preguntó y Antonella no pudo evitar dar un vistazo a sus músculos trabajados.
—No estoy segura, pero no de los que cocinan.
—Bueno, solo para tu información, aprendí muy joven. A mi mamá le encantaba cocinar y solía pasar las tardes haciendo mi tarea junto a ella, lo que despertó mi interés. No me tomó demasiado tiempo aprender y descubrí que me ayudaba a mantener mi mente despejada, lo cual no era tan fácil. —Leo parecía perdido en sus recuerdos mientras hablaba—. Adelante, prueba un poco y dame tu opinión —dijo él, alentándola con una sonrisa.
Antonella tomó su c