Por Javier

Me doy cuenta que Cami hizo la tarta de manzana, me encantó, pero no le dije nada, cocina riquísimo, pero me pongo loco pensando para quién más cocina.

¿Por qué quiero que cocine solo para mí?

Ni yo me entiendo, no la quiero compartir con nadie, ni siquiera lo que cocina.

Está un poco nublado, por lo que le propongo ir al centro a dar una vuelta, podemos almorzar por ahí.

Cuando baja con unos shorts blancos, cortos y ajustados y una remera ajustada que le marcaba el pecho, quise tomarla en ese momento, pero me contuve.

Caminamos por una peatonal y sentí la mirada de los hombres en ella, quería volver y esconderla.

Estoy siendo ridículo y me cacheteo por eso, sin embargo, la atraigo hacia mí y la llevo todo el tiempo por los hombros, sí, estoy marcando mi territorio.

Almorzamos en un restaurante bastante informal, terminamos paseando de la mano o abrazados, ella respondió dándome la mano, pero cuando la abrazaba no lo hacía.

-No vale, pasame tu brazo por mi cintura.

Se lo di