La espada cortó la piel haciendo que la sangre manchara de carmín todo el crudo blanco que los rodeaba y torturaba. La neblina dolorosa que salía de las bocas de los soldados parecía interminable, así como los días de lucha constante y sus esperanzas de volver.
Lyon retrocedió un paso jadeando, casi sin aliento. Sus brazos dolían, sus manos temblaban, sus dedos casi azules allí donde los guantes se habían desgastado tras empuñar la espada tanto tiempo. A sus pies, varios cuerpos muertos ya ni siquiera lo estremecían. Había perdido la cuenta de cuántas vidas habían pasado por sus manos y que seguramente lo acompañarían en sus sueños.
Pero ese era el sacrificio por proteger a quienes quería y a los que confiaban en él.
-Resiste- una espalda fuerte se posó sobre la suya y otro cuerpo cayó a su costado. La voz de Charles sonó opaca y tan cansada como la de él. Aun así, tenía energía para protegerlo.
Lyon lo miró por encima del hombro, la sangre de la herida encima de su ceja casi no lo de