El lunes por la mañana, Cynthia se despertó con la habitual melodía de su despertador, pero con una energía diferente. La paz y la renovación de la escapada con Mathias aún resonaban en ella, dándole una fortaleza que sentía inquebrantable. Se vistió con su traje más profesional, un gesto de armadura para la jornada que la esperaba: una reunión crucial con Laura Morales. El despacho de Laura estaba en un edificio moderno en el centro de la ciudad. Al entrar, el ambiente era de seriedad y eficiencia. Laura la recibió con su habitual profesionalismo, pero con una calidez que Cynthia ya valoraba profundamente.

—Buenos días, Cynthia. ¿Cómo te encuentras? —preguntó Laura, indicándole que tomara asiento frente a su escritorio.

—Buenos días, Laura. Mucho mejor, la verdad. Necesitaba un respiro —respondió Cynthia, pensando en Mathias y la cabaña.

Laura asintió, su mirada aguda evaluando a Cynthia.

—Me alegro de escucharlo. Necesitarás toda tu energía para lo que se avecina. La orden de restr