Sara finalmente no pudo contenerse más.
Guardé silencio un momento, retiré mi mano, que ella apretaba con tanta fuerza que ya estaba pálida, y sonreí. —Así que contratar a alguien para herirte y luego culparme a mí… ¿esa también fue tu obra, cierto?
La sonrisa de Sara desapareció y sus ojos se llenaron de malicia mientras decía, con indiferencia: —¿Y si lo fue? Mi hermano jamás pensaría que fui yo. Y aunque lo supiera, él arreglaría todo por mí.
—¿Recuerdas esa vez en la escuela, cuando una mujer gorda te dio una bofetada?
—Te diré la verdad: yo contraté a esa actriz, y le pedí específicamente que te golpeara.
—¿Te acuerdas? Esa vez también fue porque querías echarme de aquí.
—Olivia, yo no actúo sin motivo; realmente fuiste tú quien me obligó.
Sara soltó una carcajada. Al instante siguiente, se cubrió el rostro con ambas manos y comenzó a sollozar en cuclillas.
Me quedé algo atónita, procesando todo lo que me había dicho. Así que desde entonces, esta chica ya e