Imi ha telefoneado hace un momento al orfanato de Landor. Ha pedido que le pasen a Árpád y
le ha dicho que acaba de comprar para él un gigantesco póster de Barbra Streisand.
El póster le será enviado hoy mismo y llegará a Landor en menos de una semana. Árpád se
siente feliz. Siente dentro de sí una alegría sin límites. Deambula por las salas del orfanato y
abraza a todos. Pero no explica a nadie el motivo de tanta felicidad, tiene miedo de que le tomen
el pelo por esa pasión suya.
7
Andrew y Victoria han finalizado hace poco su turno de trabajo y están volviendo a casa en el
metro. Durante el largo trayecto, en vez de leer un libro o un periódico, se conforman con mirar
fijamente un punto en el vacío, con la mirada perdida. Casi parece como si estuvieran muertos. A
sus treinta y dos años no han aprendido todavía a observar el mundo. Sus vidas, pese a ser
distintas, son parecidas, exactamente igual que las casas en las que viven: estudios anónimos,
decorados con muebles impersonales y