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— ¿Es… una broma? —Comenté divertido, pero él me miró serio.

— Lo sentí, he sentido un pequeño latido, y me sorprende que el padre de este bebé no se dé cuenta. Es demasiado obvio. —Dijo.

— ¿De qué estás hablando? —Pregunté aterrorizada y empecé a llorar.

— No llores. —Comentó Damián, y me abracé a él.

— Pero te amo, no quiero lastimarte.

— Fue antes de que vinieras a mí, y no te culpo. Los embarazos de los lobos son muy lentos, por eso, no te preocupes. —Dijo.

—Lo siento tanto. —Dije apenada.

—No es tu culpa. Oye, en serio, no te pongas triste. —Me consoló Damián.

— Nunca quise lastimarte, lo sabes, ¿verdad? —Pregunto sollozando.

— Sé que cualquier cosa me la dirías, y sé que siempre has sido sincera conmigo, y te lo agradezco. Por eso te amo. —Dijo Damián.

— Me casaré contigo. —Dije con una sonrisa y acaricié su mejilla.

— Solamente haz lo que te haga feliz y no lo hagas por compromiso. —Dijo.

— No lo hago por compromiso. —Respondí.

— No me interesa lo que pienses. No estoy aquí por
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