Palacios no dejaba de reír, incluso se mecía jocoso y divertido en su silla. Se ahogaba por la risa, además, y las lágrimas estallaban en sus ojos.
-Es lo más chistoso que he escuchado en mi vida, señoritas-, decía el jefe de la policía entrecortado por las carcajadas. Alondra y yo estábamos azoradas sin saber qué hacer con nuestras manos, rojas como tomates, soportando las risas irónicas de Palacios.
-Darrow murió, se estrelló con su carro, ese sujeto está cinco metros bajo tierra ja ja ja-, decía sin contener las carcajadas.
-Lo que pensamos es que alguien quiere volvernos locas y se hace pasar por ese sujeto-, dijimos, las dos, a la vez.
-Podría ser, pero ¿Darrow vivo? ja ja ja, esa sí que es buena, yo mismo lo vi hecho una mazamorra después que se estrelló ja ja ja-, volvió a la carga con sus risotadas.
Le dimos nuestros móviles pero el número de Jeremy no estaba, ni siquiera estaba registrada la llamada que nos había hecho. -Las dos lo hemos visto, yo hablé con él, a