Capítulo 119

Alondra llegó de su luna de miel un miércoles por la tarde, cuando yo ya tenía tres semanas de embarazo. Ella se enconraba recién en su primer mes de gestación. Apenas entró a la oficina y me vio con mis ojitos brillando, la sonrisa larga y blanca, mi carita de fiesta y mis mejillas totalmente sonrojadas, lo adivinó de inmediato.

-¡¡¡Noooooo!!!-, dijo eufórica, desorbitando los ojos, erizando sus pelos y pegndo brincos como una conejita.

-¡¡¡Síiiiii!!!-, le grité yo y nos dimos un abrazote enorme, enredadas en nuestra emoción por un momento tan sublime e inolvidable, dándonos de besos, chillando como locas.

George, el cotor que estaba a mi cargo, no sabía nada de que ya estaba embarazada, incluso había preparado una nueva inseminación para mí con las enfermeras. Para él era algo común. La inseminación artificial siempre resulta difícil. Me esperó con una larga sonrisa. -Bueno, amiga Patricia, segundo round-, me dijo contento, forrado como un astronauta con sus mascarilla, el
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