Capítulo 2

Seis años después

 –Maaamiiii –La voz que cantaba esa palabra era la de un pequeño pelinegro que se acercaba riendo a su madre – te encontré.

–Mamá es pésima para jugar a las escondidas, siempre la encuentras. No es justo. –Lisa hizo un puchero mientras miraba los ojos azules que le recordaban a su mejor amiga. El pequeño Theo era lo único que tenía para recordar a su amiga. Camila había muerto en el parto.

Theo se rió cuando Lisa lo tomo en brazos y corrió había la pequeña cabaña que arrendaba. Vivía cerca del bosque lo que era un beneficio para ellos, de vez en cuando tenían que dejar al lobo salir.

–¿Podré ayudarte mami?

–No cariño, hoy no puedes. Pero te prometo que haremos la cena juntos, ¿sí?

–Sí.

Lisa dejo a Theo jugando en el comedor mientras ella lo miraba desde la cocina y sacaba todos sus utensilios para empezar a trabajar.

Temprano había tenido que recorrer las cafeterías para las que trabajaba entregando sus productos del día y ahora tenía que empezar con el encargo para el día siguiente.

Cuando se había visto con un bebé recién nacido en los brazos, en una ciudad extraña, sin conocer a nadie y sin trabajo tuvo que pensar muy bien que es lo que haría. No pensaba dejar al bebé solo para salir a trabajar, así que tendría que trabajar desde casa. ¿Y quién tomaría en serio a una joven de dieciocho años y madre? Nadie.

Buscaba y no encontraba nada. Hasta que al pasar por fuera de una cafetería y ver todo lo que ofrecía se le ocurrió la idea. Volvió a casa y preparo diferentes muestras de lo que ella sabia hacer, le encantaba la pastelería y podría cuidar a su hijo. Era el trabajo perfecto para ella.

Al mediodía dejó en el horno las galletas para preparar pasta con carne para el almuerzo. Almorzaron entre risas y ella volvió al trabajo mientras Theo se dedicaba a dibujar.

Alrededor de las cuatro sonó su celular.

–¿Aló?

–¿Señorita Anderson?

–Sí, con ella. ¿Cómo esta Sra Rojas?

–Bien. Necesito que vengas al mall para reponer todo.

–¿Ahora? Estoy preparando todo para mañana.

–Lo necesitamos ahora. Se suponía que esta situación la pasaríamos el domingo, pero a todos les dio en festejar a sus madres hoy.

–Se supone que hoy es el verdadero día de las madres.

–¿Y si sabias que iba a pasar esto porque no me avisaste? –Lisa escuchó el tono enfadado de su jefa por el celular.

–Lo siento. En media hora estaré allá. –Colgó y cargo en el furgón tortas de mil hojas, de tres leches, de merengue, pie de limón, tartaletas, galletas y queques.

–Theo, tendremos que salir.

–¡Yupi! ¿Dónde vamos?

–Al mall. –Lisa buscó en un estante un momento hasta que encontró lo que necesitaba. Se acercó a Theo y este en cuanto vio la botella se alejó.

–No, no, no. No quiero eso. Es malo.

–Lo sé cariño. Pero hay que tomar. Solo un sorbo, por favor.

Theo se quedó pensando un momento.

–¿Con eso los malos no se van a acercar a nosotros?

–No…no lo harán.

–Bien.

En cuanto llegaron al estacionamiento del mall, descargó todo en un carrito que tenía adaptado para transportar todos sus productos, aviso que estaba por llegar y entró.

*

–Odio a los humanos.

Gabriel Roberts estaba murmurando para sí, mientras veía a todas las personas que lo rodeaban. ¿Qué estaba haciendo él ahí? Se suponía que tenía que estar en esos momentos en su hotel descansando mientras era su beta el que tendría que estar en su situación.

Había sido super claro. Quién compraría el notebook que necesitaba sería su mano derecha, NO ÉL. Ese no era el trabajo de un Alfa.

Gabriel no tenía ni idea de computadores, él solo los ocupaba y ya. Pero suponía que entre más caro mejor, ¿verdad? Así que con ese pensamiento se guío y tan solo lo pagó.

En cuanto pillara al idiota de Adán lo castigaría.

–Lo convertiré en renegado… no, eso terminará siendo un alivio para él. Algo que lo haga sufrir, limpiar todas las calles de la villa, si… eso… las limpiara todas… con la lengua. –La sonrisa de su rostro mostraba que lo que estaba pensando no auguraba nada bueno para alguien.

Al encontrarse envuelto en su fantasía, se demoró un poco en darse cuenta de que a su nariz estaba llegando un olor delicioso. De manera inconsciente lo único que pudo hacer fue seguir la fuente de ese olor. Y cuando vio a una mujer saliendo del mall a su mente solo llego un pensamiento.

¡MÍA!

*

Pronto Lisa estaba afuera de Coffee Place y una de las chicas que atendía la hizo pasar a la parte trasera para descargar todo y dejar anotado lo que les había llevado.

–¿Cómo estas Andrea?

–Bien, solo que con mucho trabajo. –Lisa le respondió. No se le olvidaba que ella para los humanos era Andrea Anderson.

–¿Y el pequeño Theo? Lo veo más grande.

–Yo soy un niño grande.

–Eso es verdad. –Lucia le sonrió. –¿No tiene cinco años ya? ¿Cuándo lo mandaras al jardín? Ya debería de estar en kínder.

–Entrara directo a primero. –Esa era un tema que Lisa no quería tocar, ella aun no sabia que es lo que iba a hacer cuando Theo tuviera que asistir a clases. Si pudiera evitarlo de alguna manera…

En cuanto entró al mall Lisa se encontraba nerviosa, sentía que algo iba a pasar y Theo de alguna manera lo notó en su madre, así que cuando esta se quería retirar lo mas pronto posible del lugar no se quejó.

Estaba por subir al furgón cuando una mano se lo impidió. Sin querer su corazón empezó a latir mas rápido.

“Nos encontró”, fue su primer pensamiento.

No quería girarse por miedo, pero no ganaba nada con alargar el momento y en cuanto lo hizo vio un rostro que no conocía. Solo que al verlo parecía que su cuerpo dejo de funcionar.

“Por Dios, que hermoso”.

Y en verdad lo era, mucho mas alto que ella, un morenazo de ojos verdes y musculoso.

En cuanto llego a sus ojos era como si estuvieran hipnotizados con los ojos del otro, hasta que una pequeña voz los interrumpió.

–¿Mami?

–Ese cuerpazo de Dios Griego dejo de mirarla para mirar dentro del furgón.

–¿Mami? –repitió el Dios Griego mirándola. Luego hizo algo que hicieron sonar todas las alarmas de su cabeza. Inhalo.

Hombre lobo.

Trató de empujarlo para subir, pero no podía mover su brazo. En esos momentos ella era una simple humana, esa poción bloqueaba todos sus sentidos de lobo y era por eso por lo que no había sentido antes que tenía cerca a otro de su raza.

–¿Adonde vas con tanta prisa caperucita?

–Aléjate de mí.

–No lo creo. –Lisa trato de calmase, no iba a conseguir nada si se ponía histérica. Primer paso: alejarse.

–No te conozco.

–Gabriel Roberts. –En vez de darle la mano, prefirió apoyarse en ella y colocar su nariz en su cuello y oler. –¿Y tu nombre?

–No te importa. Aléjate, me estas incomodando.

–¿Mamá? –Esta vez la voz de Theo se notaba nerviosa.

–Tranquilo cariño, mamá solo necesita alejar al hombre malo y nos vamos.

Hombre malo, esa era la señal. Ahora Theo sabia que tenía que hacer. Al vivir alejada de los hombres lobos había llegado a una especie de código con su hijo. Si ella decía hombre malo, él tendría que entregarle un b**e de beisbol que tenía guardado en el vehículo para emergencias como esas. Esta era la primera vez que tendría que usarlo.

–Oye, no soy un hombre malo. Y ese niño no es tuyo, hueles a virgen. ¿Acaso me equivoco caperucita? –Al hablar se alejo un poco para mirarla, pero al terminar fue directo a darle un beso. Un beso delicioso.

¡Enfócate, Lisa!

Al encontrarlo desprevenido le dio un rodillazo donde mas le duele y vio como se doblaba por el dolor.

–¡Maldición! ¿Por qué fue eso?

–Me besaste sin mi consentimiento. –Lisa sintió como Theo quería pasarle algo y llevando las manos a su espalda tomo el b**e de beisbol.

–Tranquila. –Gabriel estiro la mano frente a el para tratar de calmarla. Parecía una pequeña gatita asustada. –No hay porque ponerse violenta. Calmadita te vez mas bonita.

Lisa no se quería calmar. Ella solo quería irse.

–¡Anda a calmar a tu abuela! –Y ella lo golpeó. Con todas sus fuerzas. Se subió al furgón y se fueron.

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