Capítulo 37. Lo que esconde el tesoro
Erik sacó de su bolsillo el pequeño cofre que ocultaba, y lo abrió ante los ojos de su beta.
-Con esto en mi poder, y mi compañera embarazada, siento que ya no es importante.
El lican frente a él estaba encandilado con el brillo de ese objeto y estiró los dedos con intención de tocarlo.
-¿Qué es eso?
Descansando dentro de un pequeño cofre con extrañas inscripciones y símbolos lunares, runas, y hasta jeroglíficos, había una pequeña piedra, de no más de cinco centímetros, de bordes irregulares, cuyo color se desdibujaba entre el rojo y el púrpura. Parecía latir como un pequeño corazón y emitía un zumbido singular que atraía, incrementando el deseo de tocarlo.
Erik cerró el cofre antes de que los dedos del beta llegaran a rozar la piedra.
-No te matará, pero es peligroso tocarla sin los recaudos de un rito solemne. No debe usarse a la ligera.
El licántropo volvió en sí.
-¿Eso… es… es el tesoro?... ¿Nuestro tesoro?
El alfa asintió.
-El poder de nuestra raza y todas las razas inmortales de