Capítulo 24 — La mujer que salvó a mi madre

(Punto de vista de Adrian)

Estaba sentado en la sala de conferencias, mirando la larga mesa de cristal frente a mí. Mis superiores hablaban —cifras, números, proyecciones de mercado—, pero no oía ni una palabra.

Solo la veía an ella.

Liana.

Su rostro cuando le dije la verdad. El miedo en sus ojos cuando admití que había entrado en su vida para vengarme. La forma en que me miró antes de irse. Había roto algo dentro de ella, y dentro de mí también.

"Señor, ¿deberíamos proceder con la fusión?", preguntó uno de mis directores.

Parpadeé, al darme cuenta de que todos esperaban mi respuesta. Abrí la boca, pero no salió nada. Solo asentí una vez y murmuré: "Hagan lo que crean mejor".

Sus voces se apagaron de nuevo. Me recosté en la silla, aflojándome la corbata.

Habían pasado tres días desde que Liana desapareció. Tres días de silencio. Tres días sin saber si estaba a salvo... o si Dante Rossi le había hecho algo.

En ese momento, sonó mi teléfono.

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