Lorena era una mezcla de emociones: a veces era sensible, otras lógica; a veces temerosa, otras valiente. Su capacidad de reacción, a veces torpe y adorable, y su resistencia a ser manipulada, mostraban una sinceridad genuina. Su crecimiento había sido realmente notable y lleno de matices.
—Deja de investigar más sobre esto, Lorena. Tu hermano no es ningún tonto —dijo Urso con firmeza.
Lorena se sintió reconfortada por esas palabras y sonrió con orgullo.
—¡Claro que no! Mi hermano es increíble, no es ningún débil.
Respiró hondo. Confiaba en el juicio de Urso y sabía que continuar investigando solo pondría en peligro a Miguel. Saber esto la llenaba de alivio y entusiasmo. ¡Qué valiente era Miguel! Secó una lágrima de felicidad mientras salía del ascensor.
—Gracias, Urso. Este es el mejor mensaje que podía recibir.
Urso preguntó con cautela.
—¿Entonces piensas volver a tu país?
—No tan rápido. Primero tengo que arreglar algunas cosas aquí —respondió Lorena con una sonrisa.
Urso también s