Bella escuchó el nombre de Lorena e instantáneamente pensó en Lorena revelandola su secreto en el restaurante, se enfureció y su rostro se enfría:
—Vale, está decidido, te quedas la familia López no te va a poder tolerar, no veas lo que eres, ¡a Juan lo arrastras tú!
Susana tenía la cara tan pálida que no podía sostener el café.
Estaba a punto de abrir la boca cuando oyó hablar al mayordomo:
—El señorito ha vuelto.
En cuanto las palabras salieron de su boca, Juan entró desde fuera y arrugó ligeramente el ceño al ver a Susana allí arrodillada con el café:
—¿Por qué estás aquí?
Susana agachó la cabeza, sus ojos parpadeaban mientras tomaba una decisión en su mente.
No iba a funcionar aquí con Bella, tendría que empezar con Juan.
Girando la cabeza, sollozó lastimeramente y tiró con desgana de las comisuras de los labios, como si estuviera conteniendo su agresividad y no quisiera decir nada:
—Yo... vine a recoger a Pedro.
Pasó el café hacia delante:
—Tía, el café se está enfriando, ¿probarl