Aunque era una compra un poco forzada, no rechazó el dinero.
Por el camino, miraba a Juan de vez en cuando, queriendo decirle algo.
Tranquilamente, Juan mostró su lado más superior.
Con cejas profundas y una mandíbula lisa, el ángulo era impecable de perfil.
Juan escuchó el recordatorio susurrado de Lorena.
—Juan, ¿has notado?
Juan ladeó ligeramente la oreja y se inclinó hacia ella, atento a sus susurros.
Se le aceleró el corazón.
Aunque Lorena bajó su voz, el coche no estaba lo suficientemente grande como para que las personas pudieran oírla.
Ella dijo: —Tienes mocos en los ojos.
En ese momento, Elena, sentada delante, no pudo contenerse y soltó una risita tan fuerte que se estremeció.
El conductor también intentaba reprimir la risa, haciendo todo lo posible por ser profesional.
Juan era el único, con la cara oscura y fea, ¡con la emoción mala!
¿Cómo podía tener mocos en los ojos cuando era tan guapo y dominante?
Lorena lo llevó a su villa antes de decirle al conductor que diera la vu