Lorena apagó el teléfono móvil y respiró hondo.
Elena le dio un masaje en los hombros por detrás y le dolió verla así.
—Lorena, no te preocupes, habrá una manera, ¡paso a paso!
Lorena apretó los dientes y asintió.
—Lo sé.
Lorena se quedó en la oficina hasta última hora de la tarde.
Lorena seguía viendo el vídeo de I+D del laboratorio cuando recibió la llamada de Juan.
Contestó impaciente mientras se dirigía a la puerta: —¿Qué pasa?
—Me he enterado de lo que ha pasado en tu empresa, ¿necesitas ayuda?
—¿Cómo puedes ayudarme?
Juan guardó silencio unos segundos, —¿Puedo consolarte?
Lorena apretó los dientes.
—Vete a la mierda, gracias. —dijo y colgó.
Juan volvió a llamarla pero Lorena no contestó.
Se comprometió a seguir llamándola.
Lorena cedió y volvió a contestar, con voz fría: —Juan, no tengo tiempo para decir tonterías contigo, si dices una palabra inútil más, ¡te pongo en la lista negra por completo!
Juan tosió, se tragó todas las palabras que estaban a punto de llegar a su garganta