Lorena enarcó una ceja, —Pronto te superará, ¿eres tan listo como él?
Eulogio se atragantó.
Si pudiera servir a esas ricas, no llevaría tres años sin nombre en la industria del entretenimiento.
¿Quién estaría dispuesto a darle recursos cuando se presentaba como un señorito rico?
Eulogio se rozó los labios y murmuró en voz baja: —No te cae muy bien, ¿verdad?
Lorena frunció el ceño y sonrió: —Le trato como a un chico.
Eulogio suspiró aliviado.
Sin embargo, sintió que algo no encajaba en aquella afirmación.
Eso fue lo que le decían esas ricachonas: [¡Te querré, chico!
Hizo una mueca de dolor, «¡Lorena no es así!»
En el chalet, Esteban estaba a punto de salir con un chal cuando vio a María llegar a la puerta y quedarse allí como un fantasma, observándolo.
Llevaba una bolsa de lino negro en la mano.
Esteban se sobresaltó antes de saludarla cortésmente: —Señorita López, ¿por qué está aquí?
María sintió que con su estatus y belleza, ¡no había nada que no pudiera hacer!
Miró el chal en la mano