La hostilidad de Claudia era tan obvia.
Todos los ojos estaban puestos en Lorena y Claudia.
Claudia se tapó la boca con vergüenza y miedo:
—Lo siento Señora Suárez, no me culpe, me resbalé y lo derramé accidentalmente.
Lorena, después de todo, era una mujer normal después de divorciarse.¡No importaba!
Claudia no tenía respeto a Lorena.
Odiaba a Lorena por echar a Susana, si no, sería la protagonista y tema de conversación en la red.
Y Polo, que era brillante y rico, también la ignoraba.
Tenía que ganárselo.
Lorena se rió, cogió un pañuelo y se limpió las manchas de agua del pecho, miró distraídamente la dirección de la cámara:
—Está bien, no te culpo.
El presentador se apresuró a seguir y Claudia se levantó triunfante.
Ante la cámara, Claudia estaba segura de que Lorena no se atrevía a resistirse.
Se sentaba frente a Lorena con un gesto elegante y volvió a servirle una taza de té, colocándola frente a ella.
Contenta, como si hubiera recuperado su posición.
Pero al segundo siguiente.
Lo