Las lágrimas cayeron sin parar, e hizo la acción de saltar por el balcón.
Siguiente.
Un hombre se acercó a toda prisa, la agarró del brazo y tiró violentamente de ella hacia atrás:
—Susana, no lo hagas, todavía tienes Juan y Pedro ...
Susana gritó con fuerza y cayó en los brazos de Luis.
Luis examinó con preocupación las heridas de Susana y miró con ira a Lorena.
—Mujer de mal corazón, Susana es tan amable, ¿la intimidas así? ¡Puta!
Lorena levantó los ojos y resopló:
—¿Soy viciosa? ¿Resolvió Señor Rojas sus propios problemas y vino a meterse en otros asuntos? ¡Si no lo sabe, pensaría que Susana es su amante!
Luis palideció de rabia y apretó los dientes contra ella:
—Eres una mujer venenosa, te vi con mis propios ojos que la quería matar, ¡voy a llamar a la policía!
Dijo y sacó su teléfono móvil.
Lorena le miró con calma.
Ni una palabra.
De repente se oyeron pasos pesados detrás de ellos.
La voz de Juan era fría:—Luis, ¿qué haces aquí?
Luis dio un respingo e inmediatamente se acercó a L