Capítulo 7
Al recordar esto, el sabor volvió a mi memoria y sentí náuseas involuntarias. Ese sabor era aún más repugnante que mis restos mutilados que yacían allí. Pensé en mi abuela... ¿habría gastado ya los quinientos mil? ¿Fernando seguiría enviándole dinero? ¿Se entristecería al enterarse de mi muerte? Mi mente era un caos.

Fernando fue al hospital como un zombi, siguiendo el llamado del doctor Morales. Al llegar, el doctor lo recibió con expresión grave:

—El bebé de Milena no pudo salvarse.

Fernando pareció no comprender, su rostro inexpresivo.

El doctor Morales frunció el ceño: —¡Fernando! ¿Ya no eres un hombre? ¡Milena perdió al bebé! ¿Y tú sigues lamentándote por otra mujer?

Fernando se quedó perplejo, mirando torpemente a Milena, quien yacía débil en la cama del hospital.

—Fernando, viniste. No te preocupes, tendremos más hijos después —se acercó para abrazarlo por el cuello con cariño—. Fernando, ¿nos casamos? ¡Vamos ahora mismo por la licencia!

Fernando apartó las manos de Milena y ret
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