Capítulo 67— Llamadas perdidas
Narrador
Dalia salió del baño ya vestida, el cabello aún húmedo cayéndole sobre los hombros. Se veía fresca, renovada, como si la ducha hubiese borrado el caos de la noche anterior. Simón, que seguía tumbado boca arriba en la cama con la sabana cubriendole de la cintura hacia abajo, la observó unos segundos con una sonrisa perezosa, y luego se incorporó con un suspiro.
—Voy yo —murmuró mientras se estiraba los brazos y caminaba descalzo hacia el baño.
Minutos después, salió vestido con jeans, una remera gris ajustada al torso y el cabello revuelto, aún mojado. Dalia lo esperaba junto a la puerta, cruzada de brazos, con la mirada puesta en el reloj de pared del pequeño cuarto.
—Vamos —dijo ella apenas lo vio acercarse.
Simón asintió. Caminó hasta la silla donde había dejado su chaqueta la noche anterior. La tomó con una mano y, antes de ponérsela, metió la otra en el bolsillo interno.
Sacó el móvil. Y entonces se detuvo.
—La puta madre… —gruñó, pasándose