Siguen los regalos

Salgo de la ducha. Me coloco delante del espejo y paso la mano por encima para quitar el vaho. Miro mi tripa, tan plana como hace una semana. Las heridas comienzan a desaparecer, dejando atrás el desagradable incidente.

Me visto con un pequeño camisón de seda, vierto unas gotas de perfume en el cuello y salgo sintiendo la sensualidad emanar por todos los poros de mi piel. Es increíble el poder de un simple trozo de tela. 

Hugo me espera tumbado sobre la cama. Una pequeña chispa grilla en sus ojos al verme.

-¿No tendrás frío con eso tan corto?- pregunta mirando el camisón mientras me acerco a él.

-Siempre puedes calentarme.- susurro acercando mis labios a su oído.

Con la otra mano, comienzo a desabrochar los botones de su camisa pero Hugo me frena, sujetándome por la muñeca. Con un hábil movimiento me tumba y se coloca encima de mi.

-Chica mala. Voy a tener que castigarte¿No crees?

-Tienes razón. He sido mala. Castígame.

Puedo nota

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