Los rayos del sol no llegaron por la mañana, ni acariciaron mi rostro entrando por la ventana como todos los días. Este día era nublado casi oscuro las nubes grises y la neblina rodeaban cada parte, era como si me recordarán a propósito el gris de sus ojos y que ahora el sol se escondía de mí.
El reloj marcaba las siete de la mañana, tenía que ponerme en pie para ir a la universidad, pero mi cuerpo no daba para eso, se sentía cansado, cerré los ojos nuevamente y le di la espalda a la ventana. Sentí la cama moverse y como una nariz fría me buscaba entre las cobijas.
- Buenos días cachorro- la puerta de mi habitación se abrió dejando ver a mi papá ya cambiando en su traje negro.
-¿hija?, te parece si después de la universidad paso por ti, tengo algo planeado- sonreí, sé que lo hacía con todo su amor para que yo no me la pasará tan mal y aunque quería decirle que no, que estaba bien, la verdad era que si lo necesitaba
- sí, gracias pa-
- te espero abajo para irnos- salió de la habitación