Dejé escapar un alarido al sentir como mordía la zona que conecta mi cuello y hombro.
Mi mente se estaba dejando llevar por las sensaciones. Pese al estado de mi brazo, en estas semanas, Derek me daba placer con su mano o lengua cuando no tenía puesta la medio de comprensión. Ya era un anhelo diario para mí llegar a la hora del baño para…
¡Dios, bendito!
Si este hombre me abriera las piernas en estos momentos, le dejaría hacerme lo que fuera.
Estaba perdiendo la razón. Hace unos minutos estaba aterrorizada por ser vista por el hombre en la bañera, pero en estos momentos, me daba lo mismo. Que débil soy ante el deseo y la lujuria.
Sus manos viajaron a la redondez de mis pechos, jugando con los pezones hasta que estos se endureciendo. Disfrutaba de tirar de ellos a través de la tela.
Liberé un jadeo de satisfacción, que fue recibido por la s